Lo reconocieron al partir el pan
Hoy, tercer domingo de Pascua, el Evangelio nos habla de dos discípulos que iban camino a Emaús, con Jesús como acompañante de viaje. Se podría pensar que estos discípulos estaban alegres de haber encontrado con vida a su Maestro, sin embargo, el evangelista nos narra lo que sucedió antes de que ellos pudieran reconocer a Jesús. Ésta también puede ser tu historia en tu camino de fe.
Vayamos por partes. El mismo día de la resurrección de
Jesús, los dos discípulos iban hablando de Él y se cuestionaban, hasta que
Jesús mismo los interceptó y se fue caminando con ellos, como un viajero más.
La Escritura nos dice que «sus ojos estaban cegados, que no eran capaces de
reconocerlo». Aun siendo seguidores de Jesús, no lo reconocieron porque todavía
tenían dudas de la resurrección y, por tanto, del poder de Jesús y la verdad de
sus palabras. ¿Te suena familiar? Todos en algún momento hemos tenido dudas, y
eso no nos hace dejar de ser discípulos, pero sí que nos recuerda que Jesús
camina con nosotros, aunque no podamos verlo.
Cuando Jesús preguntó de qué hablaban, uno de los discípulos
dijo: «nosotros esperábamos que Él fuera el libertador de Israel. Y, sin embargo,
ya hace tres días que ocurrió esto». En nuestro camino de fe, es común escuchar
este tipo de comentarios cuando nos enfrentamos a diversas dificultades; la expresión «nosotros
esperábamos» se convierte también en nuestra respuesta cuando no vemos
resultados «inmediatos» después de tantas oraciones, después de tantas Misas y
después de tanto esfuerzo. Aquella esperanza inicial en la resurrección del
Señor y nuestra fe en Él, después de un tiempo, pareciera desvanecerse por no
ver una salida cercana a nuestras dificultades. Se nos olvida que el actuar de
Dios no es igual al nuestro, que Sus planes son más grandes que los nuestros, aunque
a simple vista parezca que está ausente. Sin embargo, nuestro «camino a Emaús» nos puede servir para fortalecer nuestra fe mientras Jesús nos habla al corazón,
mientras nos empapamos de Su Palabra hasta que llegue el momento de reconocerlo
finalmente.
En un acto de enorme paciencia y amor, Jesús les explica a
los discípulos lo que la Escritura decía de Él. Esto nos demuestra que incluso
en los momentos de dudas, Jesús nos sigue acompañando, buscando la forma de
hablarnos al corazón, a través de los sacramentos (la Eucaristía, sobre todo), de
la Biblia, de nuestra familia, de las palabras de un buen amigo, de algún libro,
y de tantas maneras en las que el Señor busca hacerse presente en nuestras
vidas, sobre todo en su Palabra, donde siempre podemos encontrar una luz y
consuelo para iluminar nuestro camino y aceptar la voluntad de Dios en nuestras
vidas.
Después de escuchar a Jesús, los apóstoles le dijeron: «quédate
con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo». Esta sencilla frase nos
recuerda que, cuando es de noche en nuestras vidas, cuando el sol parece no
salir todavía y cuando nuestra esperanza flaquea, podemos pedirle también al
Señor que se quede con nosotros para que nos acompañe y disipe nuestras dudas.
Cuando los apóstoles reconocen a Jesús al partir el pan, se
dijeron: «¿no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras?» Del mismo modo, también nosotros deberíamos dejar que nuestro corazón arda de
amor al escuchar y leer las Palabras de Jesús que siguen haciéndose vida y
dando vida hasta el día de hoy. En estos tiempos difíciles y de desesperanza, que parecieran no terminar, la mejor decisión es buscar a Jesús
en Su Palabra y conversar con Él en la oración, porque ahí siempre lo podremos encontrar.
Recién festejamos la resurrección del Señor y, aun con las tribulaciones de cada día, la alegría de la Pascua nada
ni nadie nos la puede quitar. Jesús ha venido a renovar nuestra fe y nuestra
esperanza; bien sabía Él que íbamos a necesitar de dónde sostenernos y nos ha permitido
celebrar Su resurrección que vino a salvarnos.
Finalmente, quisiera recalcar el hecho de que, una vez que
reconocieron a Jesús, los discípulos se pusieron en camino para anunciar la resurrección
del Señor y la alegría profunda que trajo consigo. Ésta es nuestra misión como
cristianos: anunciar a Jesús a los demás una vez que lo reconozcamos. Las dudas
también son parte de nuestra vida de fe, pero es importante que en esos
momentos no dejemos de escuchar las Palabras del Señor que siempre nos alientan
a seguir creyendo. En este domingo, día en que recordamos la victoria de Jesús,
junto con los discípulos de Emaús, acepta e invita a Jesús a ser tu compañero
de camino y pídele que abra tus ojos y tu corazón para que también tú lo puedas
ver, reconocer y anunciar como discípulo suyo.
Completamente de acuerdo, una excelente reflexión, sobre todo en estos momentos de angustia y pesadumbre, en la que el Señor nos recuerda que sigue aquí. ��
ResponderEliminarOjalá que también muchos de nuestros hermanos separados, le reconozcan verdaderamente al partir el pan. ������
Hermoso domingo el de hoy. ������
Pidamos a Dios que así sea, amiga. Gracias por leerme. 😊
EliminarMe pareció interesante el punto donde refiere la incredulidad de los discípulos, aún siendo seguidores de Jesús. Reafirmo la importancia de la Eucaristía, la lectura y reflexión de la Palabra, como medios seguros en los que Dios se revela para que nosotros podamos acrecentar nuestra fe y dar verdadero testimonio.
ResponderEliminarAsí es, Laura. En medio de tanta confusión, la Palabra de Dios y la Eucaristía son nuestra certeza. Pidamos a Dios que pronto podamos comulgar nuevamente.
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