¿Feminismo o feminidad?
Ser feminista o ser femenina:
dos cualidades que aparentemente podrían parecer similares al tener como
protagonistas a las mujeres, sin embargo, el feminismo radical que practican
tantas mujeres actualmente es totalmente diferente a la feminidad, rasgo que no
sólo distingue a las mujeres, sino que enaltece sus cualidades y su naturaleza.
He decidido escribir sobre este tema porque me parece de suma importancia que no
guardemos silencio ante la evidente manipulación de las mujeres para fines de
violencia y de división.
Al tocar el tema del feminismo
se puede hablar de varios movimientos y formas de manifestación, pero en esta
ocasión me refiero al feminismo radical que al final termina por convertirse en
una ideología. Es cierto que hay muchas mujeres feministas de buenas intenciones,
pero que, al dejarse llevar por ideas extremistas, terminan siendo parte
de un
movimiento que no sólo descalifica a los hombres, sino que incita un odio ciego
y generalizado que termina por dañar la propia imagen de las mujeres.
Por el contrario, con el
término “feminidad” hago referencia a las características físicas, biológicas y
espirituales propias de una mujer, mismas que no pretenden ser iguales a las
características de un hombre, sino ser complementarias con ellas. Es importante
que las mujeres, en especial aquellas que profesan la fe católica, sepan
diferenciar entre un movimiento que pretende desprenderlas de su naturaleza y entre
un modo de vida que más bien muestra y comparte las cualidades que la
distinguen.
Desde el punto de vista de la
fe, es evidente que el feminismo radical es una forma de revelación contra
Dios, ya que va en contra de lo que la fe propone como modelo femenino o modelo
de feminidad. Además, es bien sabido que el feminismo actual tiene como una de
sus prioridades buscar la legalización del aborto, una práctica que es
totalmente reprobada por la Iglesia, y nosotros, como parte de ella, debemos
hacer nuestra parte para buscar la justicia empezando por los más indefensos.
Para tratar de hacer más clara
la diferencia entre el feminismo ideológico y la feminidad virtuosa, te
comparto los puntos de contraste con relación a diez temas.
1. La visión e importancia de
la vida.
El feminismo radical tiene una
visión reducida acerca de la vida, ya que al pedir y exigir leyes como el
aborto, están limitando la posibilidad de que una persona nazca, siendo la vida
el primer derecho fundamental, sin el cual los demás derechos, por obviedad, no
pueden hacerse efectivos.
La feminidad tiene una visión
trascendental de la vida, pues comprende que ésta es sagrada al ser otorgada
por Dios; y no sólo eso, sino que Dios mismo nos pensó a cada uno tal cual somos,
con nuestras características y dones. Por ello, no le corresponde a ningún ser
humano decidir si una persona debe morir, por ninguna razón. Una mujer femenina
es consciente de la enorme gracia y responsabilidad que tiene al poder crear y
traer vida al mundo. La mujer debe custodiar la vida, no ponerla en peligro.
2. Identidad e igualdad.
El feminismo deja de lado el
diseño natural de una mujer y, en su intento por desprenderse del hombre, en realidad
llega a parecerse más a él. La radicalidad de esta ideología ahoga la esencia
femenina y hace que la mujer caiga en una crisis de identidad y, cuando esto
sucede, es más difícil saber hacia dónde ir. Además, el feminismo busca la
igualdad prácticamente absoluta entre hombres y mujeres, sin tomar en cuenta la
complementariedad entre ambos.
La feminidad atiende a la
naturaleza, conoce la identidad de una mujer y la comparte con el mundo, a
través de su vida y vocación. Asimismo, la mujer femenina reconoce que hombres
y mujeres son iguales en dignidad, pero diferentes en identidad. Las mujeres
tenemos características especiales que nos hacen ser diferentes a los hombres,
a la vez que somos complementarios entre nosotros.
3. El papel del varón en
nuestra vida.
El feminismo radical busca
limitar al hombre en ciertos temas que, según su forma de pensar, sólo incumben
a las mujeres, como el aborto. Además, esta ideología se ha encargado de esparcir odio hacia los hombres, culpándolos de la violencia, de un modo generalizado. Ésta última es una de las características más arraigadas del feminismo y una de las que más daño hace y que más manipulan la mente de las mujeres.
Una mujer femenina busca ser
ella misma en complementariedad con el hombre y por ello no lo excluye de temas
de importancia, ya que sabe que un hombre virtuoso busca el bien de las mujeres.
Específicamente en el tema del aborto, la opinión de los hombres es igual de
válida, sobre todo cuando es él quien busca velar por el bien del no nacido,
más aún cuando es el padre. También, la feminidad respeta al varón porque cada una tiene un padre, hermanos, un novio, un esposo, hijos, amigos y demás figuras masculinas que nos demuestran amor, respeto, cariño y cuidado. Una mujer católica no odia a los hombres sólo porque unos cuántos tengan maldad en su corazón.
4. La naturaleza femenina.
Una feminista radical no
reconoce plenamente la naturaleza de las mujeres y muchas veces la niega al
tratar de ocultar ciertos rasgos físicos y psicológicos propios de nosotras. No
está de más decir que en este punto también entra la negación a la apertura de
la vida.
La feminidad es reconocer la
naturaleza de las mujeres, y no sólo eso, sino asumirla y abrazarla porque sabemos
que fue querida y asignada por Dios.
5. Felicidad.
La mujer feminista muchas
veces muestra tener una ira contenida y por eso varias de ellas viven a la
defensiva, lo que les impide ser realmente felices. Su deseo de justicia, en
ocasiones, se convierte en inseguridad, que a su vez se manifiesta a través del
odio a los hombres e incluso a mujeres que no comparten sus ideales.
Una mujer femenina es feliz
porque no vive del odio ni del resentimiento, sino que busca su felicidad en su
vocación, sin culpar arbitrariamente ni generalizar la maldad de unos cuántos
hombres.
6. Libertad.
Especialmente en este punto,
el feminismo quiere vender una idea errónea (y a veces un tanto torcida) de
libertad, ya que proclama, sobre todo, que las mujeres son libres para decidir
sobre sus propios cuerpos, hablando del aborto, del modo de vivir su sexualidad
y de su imagen. Este concepto de libertad termina convirtiéndose en libertinaje
y en justificación de los errores que se comenten contra la propia persona y
contra otros.
La feminidad busca la libertad
de las mujeres sin pasar por encima de los derechos y de la dignidad de los
demás. Una mujer femenina sabe respetar su propio cuerpo y su propia persona y,
asimismo, da también ese respeto a su prójimo. La mujer católica reconoce que su
libertad no consiste en hacer lo que quiere, sino en discernir, decidir y
actuar con madurez, en función del propio bien y del bien de los demás.
7. La familia.
Una mujer con ideas arraigadas
de feminismo radical prioriza el trabajo antes que a la familia.
La feminidad tiene como
prioridad su propia familia. Ciertamente las mujeres tenemos el derecho de
trabajar, pero lo que no es correcto es triunfar en el trabajo a costa de
descuidar o incluso destruir a la familia. Lo ideal es integrar trabajo y
familia, teniendo en cuenta lo que es más importante.
8. Ideales.
En el feminismo radical las
mujeres renuncian a la vocación de ser educadoras en valores y en la fe dentro
de una familia. Con esta ideología las mujeres ya no sueñan con tener familia,
sino únicamente en realizarse profesionalmente, viajar y disfrutar de su aparente
libertad. Este puede ser un deseo un tanto egoísta porque la mujer se enfoca
sólo en su propia satisfacción y se olvida de que su vida (así como la del
hombre) debe ser un constante servicio.
Una mujer femenina conoce su
propósito, además de estar consciente de que, si discierne que su vocación es
la del matrimonio, entonces debería estar dispuesta a construir una familia, no
para abandonar sus sueños profesionales, sino para complementarlos, porque el sacramento
del matrimonio es también un servicio. Una mujer católica cuya vocación no es
la religiosa ni la de la soltería, sueña con enseñar a amar dentro de una
familia. La mujer, cuando vive en familia, a veces pospone algunos otros
aspectos de su vida profesional, pero lo hace porque ama.
9. Sexualidad.
En la sexualidad, el feminismo
radical tiene casi como fin único el placer, por el cual se cometen tantas
aberraciones y se busca tan desesperadamente y de diferentes maneras, de modo
que ese vacío nunca se llena, por el contrario, hace que la mujer se sienta
cada vez más vacía. Esta ideología, queriendo hacer lo contrario, rebaja la
dignidad de la mujer y la reduce a un mero objeto de placer y consiente que la
sexualidad se viva fuera del orden natural.
Por el contrario, la mujer
católica, en su feminidad, sabe que la sexualidad es una manifestación plena
del amor y que, en ese amor, siempre hay apertura al don de la vida. Por ello, no
se busca la anticoncepción artificial en el matrimonio, ya que sería contrario al
amor, además de ser contrario al plan de Dios. Aquí es importante aclarar que,
para los católicos, la sexualidad se vive sólo dentro del matrimonio, no en el
noviazgo ni en unión libre, porque es algo tan sagrado que sólo puede vivirse
correctamente con un sacramento de por medio. La mujer femenina no permite que el
deseo sexual la aleje de Dios porque se sabe amar y respetar a ella misma.
10. El papel de la mujer en el
catolicismo.
Para concluir, no sobra decir
que el feminismo radical ataca constantemente a la Iglesia, entre otras
razones, porque cree que es machista y que aparta a las mujeres, restándoles
importancia.
Una mujer católica es
consciente de que Dios nos ha dado una enorme dignidad a las mujeres y que, en
la Palabra, Jesús lo demuestra en varias ocasiones. Sólo basta con pensar en la
mujer que el Señor coronó en el cielo y a la que le concedió innumerables
gracias: la Virgen María. Teniendo a la Madre de Dios como Madre de la Iglesia
y como Reina del cielo, nunca se podría pensar que Jesús hace de lado a la
mujer, porque Él mismo quiso tener una mujer como Madre. La fe nos ayuda a las
mujeres a vivir plenamente nuestra identidad y dignidad; nos enseña a amar y a
enseñar a los hombres cómo deben amarnos.
Con estos puntos podemos
evidenciar cómo las ideologías, como el feminismo radical, ven al hombre y a la
mujer sólo como materia, como seres finitos, mientras la fe los ve como seres integrales
y trascendentales, con dignidad e identidad propia. Mujer, no dejes que un
movimiento ideológico como el feminismo actual manipule tu forma de pensar, de
sentir y de actuar; no te dejes engañar por un feminismo que divide y siembra
dureza y odio.
Hombres y mujeres somos
distintos, pero complementarios. Una mujer no puede sustituir el rol de un
hombre y viceversa, ya que cada uno tiene una identidad diferente. Las mujeres
tenemos dones especiales y específicos que por naturaleza compartimos a quienes
nos rodean. La mujer femenina conoce su dignidad y por ello no necesita
parecerse al hombre para sentirse libre y realizada; y tampoco necesita del
feminismo para reconocerse y enaltecer su papel en el mundo. Como católicas, nuestro
mejor ejemplo de feminidad y de ser mujer es la Virgen María; acudamos a ella y
pidámosle a Dios que nos ayude a crecer en virtud. Más que ser feminista, busca
la esencia de la feminidad y en ella hallarás lo que buscas y sembrarás vida
por donde vayas, porque a eso estamos llamadas como mujeres.
¡Excelente! Cuanto desearía que se pudiese profundizar más en el asunto de la feminidad. Quizás los libros de Monseñor Tihamer Toth sean una buena referencia. Saludos y que Dios te bendiga.
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